El encierro del 11 de julio de 1886 se caracteriza por ser el más largo de la historia de San Fermín.
En aquella época los encierros se celebraban a las 6 de la mañana. A las seis y dos los toros llegaron a la plaza. Sin embargo, a la hora de meter los toros a los corrales, los pastores se encontraron con que un toro no quería entrar.
Trataron de meterlo, pero no había manera de hacer entrar a ese toro en el corral. Al final fue necesario desalojar los tendidos y después la plaza entera, para que el toro estuviese tranquilo.
Hasta las 12 y media no se consiguió. Los pastores le pasaron un lazo por los cuernos para arrastrarlo al corral. Este encierro, protagonizado por la ganadería Mazpule, duró seis horas y media.
Por la tarde, surgió el rumor de que el toro se había escapado. Esto produjo, en zonas del casco viejo, numerosas estampidas de personas que creían que los toros llegarían hasta allí.