En este apartado hablaremos de la influencia y repercusión que tuvo Ernest Hemingway (1899-1961) tanto en los sanfermines como en los encierros. El mundialmente conocido escritor es una figura muy admirada en Pamplona, y no es para menos, ya que estaba enamorado de esta ciudad. Desde su primera visita a la capital navarra, en 1923, quedó totalmente encandilado con las tradicionales fiestas, el gentío y ese peculiar ambiente de jolgorio. Pero hubo una cosa que caló mucho más hondo en él: el espectacular encierro matutino. Esa valentía que derrochan los corredores y ese enfrentamiento a muerte entre el hombre y la fiereza de la naturaleza llamaron por completo su atención. Tanto es así que poco después dedicó una de sus primeras novelas de éxito (“The sun also rises”) a ensalzar la festividad sanferminera.

 

De hecho, el escritor siguió acudiendo a las fiestas ocho veces más incluso habiendo ganado el nobel de literatura; únicamente con una pausa a mitad por la Guerra Civil. Sorprendentemente, Hemingway vivió las fiestas como un pamplonés más: corría los encierros, se juntaba con la gente y participaba en diferentes actos. Gracias a su involucramiento consiguió tener un enfoque inimitable en sus novelas que encantó a público de todo el mundo. Sus best-sellers, sin quererlo, se convirtieron en un gran ejercicio de publicidad para Pamplona y los encierros. 

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Hemingway, y en mayor medida la televisión, se convirtieron en los máximos impulsores de los sanfermines en el extranjero. Gracias al escritor Nobel un gran número de norteamericanos abandonaron sus sillones y vinieron a Pamplona. Aquí pudieron sentir una emoción y tensión inigualables que a su regreso transmitirían a sus conciudadanos, contribuyendo así a la masificación global de los sanfermines.